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Esperando al Iphone

 

Hay días en que me cuesta responder a la pregunta de a que me dedico.

No porque dude de que es lo que hago, sino porque me da vergüenza ser un profesional de esto que llamamos revolución tecnológica.

Cada vez recuerdo más las lecturas, (antes de chatear uno leía libros), sobre la revolución industrial. La sensación que produjo el hecho de la llegada de las máquinas, y como algunos ilusos/utópicos pensaron que el hacer el trabajo más llevadero a los obreros revertiría en un periodo de creación artística, buenos sentimiento y los mejores parabienes, gracias a las maquinas.

Que hoy en día se creen expectativas sobre la llegada de un nuevo gadget de moda que cual compresa sirve para todo no deja de sonrojarme.

No es que tenga nada contra los gadgets, pero el que la blogosfera suspire los vientos por la llegada de un aparato que no es nada novedoso (ya se puede leer correo, escuchar música, navegar por Internet con más o menos facilidad con casi todos los terminales/teléfonos móviles), me parece patético.

Y mas que nada porque me sonrojo pensando en que su precio es bastante mayor que el sueldo mínimo en España. Que todavía hay montones de zonas oscuras en el mundo rural sin acceso a Internet.  Que quien tiene acceso a ella, paga tasas abusivas por un servicio penoso. Que mucha gente no sabe que es la red ni la usa. Que cada vez abrimos mas diferencia entre quien sabe y accede a toda esa información, y quien no. Y ,por ultimo ahora, ahora pretendemos diferenciar entre quien puede pagar 600 pavos, que es mucho mas de lo que disponen muchas familias para pasar el mes, por el ultimo gadget porque seremos la envidia de 4 geeks imbéciles como nosotros.

Cavamos zanjas abriendo brechas tecnológicas más grandes con un ansia  como si fuéramos especuladores inmobiliarios. Esto va dando mucho asco ya.

Si ya sabemos que los avances no repercuten en un bienestar de la mayoría de la gente, no podemos ser utópicos, sino simplemente ilusos.

Prefiero gastarme el poco sueldo que me queda después de pagar pensión, casa en alquiler y diez mil facturas, en golosinas para mi hija. Esa si que hace de todo, y sobretodo hace pensar a su padre que todavía hay esperanza en este puto mundo.

Postdata dedicada a mi padre que es analfabeto digital.

Un gadget es un puto móvil papa. Un puto móvil.

 

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