Cuando ella decidió saltar por la ventana no creo que pensara en los recortes, ni en los bancos, ni en los políticos, ni en Merkel, ni en los contenedores de los supermercados, ni en Grecia, ni en la prima de riesgo, ni en la UIP, ni en rodear el congreso, ni en el copago, ni en la privatización de la sanidad, ni en amontonar alumnos en un aula, ni en la competitividad a base de sueldos bajos, ni en la jubilación a los 67, ni en la corrupción, ni en Draghi, ni en los aeropuertos vacíos, ni en el Madrid Arena, ni en la independencia, ni en Urdangarín, ni en Camps, ni en Fabra, ni en los Eres de Andalucía, ni en el rescate, ni en la troika, ni en los 5 millones de parados, ni en la huelga general, ni en Bankia, ni en la deuda. No lo creo.
Quiero creer que pensaría en su familia, su pasado, su presente, y sobre todo, en la vida que la esperaba. Es muy duro no darse cuenta que lo único que no tiene solución es dejarse todo lo que uno fue, es y podría ser y tener, contra una acera.
Ella , seguramente, estaba rota antes de estrellarse contra el suelo. Y quizás entre todos, y no sólo un banco, la rompimos. Como este país nuestro.
O quizás no, y ella no pensaba en eso. Los motivos por los que uno se mata pueden llegar a ser tan absurdos a la vista de los demás como los que llevan a muchos a quitar la vida a otros. Ya nunca lo sabremos, y creo, sinceramente, que nos importa muy poco.
Saludos