Buenas
Víctor tenía un asador de pollos. En realidad asaba pimientos y conejos, sobre todo los domingos. Durante el resto de la semana vivía de vender chuches, bebidas, patatas fritas y frutos secos. Los domingos había cola en el asador. Muchos vecinos compraban sus pollos después de tomar el vermut y las cosas no le iban mal, todo lo contrario. No era muy grande el local, pero lo suficiente para ir despachando y otra habitación que hacía de almacén.
Pero un día se cansó. Víctor pidió un préstamo a un banco, liquidó la mercancía, hizo una reforma y vendió el local como una vivienda. Ya no había pollos. Había una familia de 5 o 6 miembros que había venido de fuera de España y con los que uno se cruzaba de vez en cuando, puesto que como dije el local era pequeño y siendo un bajo no corría mucho aire. La familia, según me contaron, vinieron a España a trabajar en la construcción y la verdad es que uno no podía evitar alzar una ceja imaginando al padre de familia convirtiendo asadores de pollos en casas como aquella. No obstante me aclararon que no, que ellos construían pisos muy altos y puedo dar fe de que era cierto porque muchos están como hace unos cuantos años, en la misma situación y estado, que cuando, de pronto, se quedaron sin trabajo.
Los echaron de la casa/local/asador de pollos hace unos cuantos meses. El mismo banco que prestó el dinero a Víctor al parecer se lo prestó a los que trabajaron en construir los pisos que hoy siguen a viga descubierta, y le debió ir tan bien el tema que todavía les sobró para dejárselo a quien hacía negocio con ello y le sobraba tiempo para hacerse presidente de un club de fútbol , que aquello da mucha prestancia y tronío, para traer a su club a un jovencito portugués que muestra tableta de chocolate cada vez que le da una patada a un balón, y que según me han contado ganará por ello lo que 10.000 familias de levantadores de vigas, 1.000 de familias asadores de pollos y casi lo que gano yo al día. Perdónenme, pero no puedo evitar desvariar un poco contado una historia tan absurda y surrealista como verídica.
Hoy veo a un señor que dirigía una de las escuelas de negocios de la elite de este país hablando que hay que rescatar a un banco, y no voy a negar que no me haya asombrado que fuera el mismo que aparece en esta historia. Para nada.
Después de todo quizás el gran problema de la situación a la que hemos llegado es que los que ahora nos ofrecen soluciones, eso sí con términos y lenguaje usado en esas escuelas de negocios y círculos parecidos, es decir la elite , son los que ncrearon el problema y no vieron algo tan evidente como es que un asador de pollos nunca puede ser un hogar digno para gente que trabaja de sol a sol cobrando una miseria para que alguien se fumara un puro en un palco de un campo de fútbol los domingos, junto a otros como él que se sientan y sentaban alrededor de una mesa , supongo que yo circular, y decidían el destino de tanta gente.
O si lo vieron poco les importó. Para eso estamos nosotros, para pagar toda esta historia desde principio a fin
Saludos
Me encantan tus cuentos cotidianos Marce. Un beso