¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!
¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!
Así terminaba una de las proclamas posteriores al fusilamiento de trabajadores que reivindicaban la jornada de 8 horas en 1886, y que da origen al recuerdo en el día internacional del trabajador que se celebra el 1 de Mayo. Hoy en día aquellas luchas nos parecen lejanas, y trasladadas a este mundo virtual en muchos casos ajenos. Para mí no es así.
Creo sinceramente que el carácter de aquellas protestas tiene plena vigencia en este negocio que se han empeñado en etiquetar Web 2.0. Las grandes empresas y proveedores dominan a su antojo este mundo, instalados en sus plataformas y buscadores. Nos ofrecen servicios «gratuitos» que se nutren de nuestro trabajo, conocimiento, ilusiones y bajezas. No se nos tiene en consideración fuera de las macro-cifras, las estadísticas, los ingresos por publicidad y la influencia que ganan. Permiten contenido que pueda dañar a las personas, como en el caso de la anorexia, la xenofobia o la pederastia, con el mismo descaro que eliminan al que queramos acceder porque dicen que les pertenece y lo protege la ley. Eliminan el mismo cuando consideran que atenta contra su negocio, o discute su primacía, como aúpan a quien los adulan. Censuran lo que no les parece bien. Priman su marketing y la creación de necesidades inexistentes en forma de nuevos aparatos y servicios, y ocultan y complican el acceso a la cultura y las reivindicaciones sociales. Se pliegan a los gobiernos y a las multinacionales, y no al deseo de los pueblos y las personas.
Internet y la web 2.0 no es un mundo libre. Es un mundo de esclavos, y de privilegiados.
Pero la verdad es esta. Sin nosotros no son nada. Montones de hierro y cables apilados.
Nada.
Feliz día del trabajador. También en la red