Buenas
Ayer en mi casa se oía bronca. A mí me extrañó porque hacía unos días que mis vecinos se habían marchado del piso. Verán, mis vecinos, que viven de alquiler como yo porque tampoco tuvieron la oportunidad de comprar un piso debido a que constructores y banqueros aplastaban el cuello de quienes lo intentábamos por pura necesidad para pagar sus fiestas de putas y alcohol, o sus lujos, o lo que quisieran, se marcharon hace unas semanas porque ya no podían pagarlo.
Normalmente en mi casa la bronca provenía de ahí, del piso de al lado. Mis vecinos, ya pasados de los cuarenta, tenían problemas. El se había quedado en el paro hacía tiempo, como tantos, y no conseguía trabajar. Estaba deprimido y bebía. Ella curraba por los dos y aguantaba el tirón. Hasta hace pocos días, claro, que la cosa se rompió y se fueron con su bronca a algún sitio más barato, o a la puta calle, quien sabe, como tantos.
Todos estos detalles los conozco porque la bronca era grande, y los muros de papel, ya se sabe que construyeron muchas casas pero también sabemos como lo hacían de bien. Tanto que mi hija no quería dormir en la habitación de al lado, y a pesar de las veces que el que escribe intentó llamar a la reconciliación, a la paz y a la sensatez, no lo conseguía excepto cuando veían al Real Madrid, que era su pasión, la de los dos, y entonces se entretenían y olvidaban un poco aquello. Ustedes ya saben como acabó el Madrid, y a estas alturas de la entrada, mis vecinos.
Por tanto cuando ayer oí la bronca me quede un poco perplejo. Me giré y resulta que todo aquel disparate vergonzoso no venía de mis vecinos, sino del Senado español. Sus señorías se increpaban, golpeaban y se insultaban a cuenta de quién debe sentarse en un trono y cuando, y no por este espantoso espectáculo en el que han convertido, entre todos ellos, no unos ni otros, entre todos, nuestra vida y la de mis vecinos, amigos, familiares, ex-compañeros de trabajo, etc.
Al menos jugaba con la ventaja de que al contrario que las cosas que les pasan a los más cercanos, esta bronca la podía evitar. Pulsé el mando a distancia y apagué la televisión.
Me dio por pensar que lastimosamente este país necesita héroes y sabios, que de esto estamos carentes, y sin embargo podríamos exportar payasos y malnacidos a tutiplén. Ayer en el Senado había unos cuantos. Demasiados.
Saludos
Enorme.
Enhorabuena por el artículo
El Senado se ha convertido en un patio de colegio… o de vecinos.
Se necesita sabia nueva, pero dónde está?
Un saludo
Entretenido de leer, y mira que no hace gracia alguna. Si como mínimo las broncas sirvieran para algo…
El último párrafo es brillante, Marcelino. Gracias por la reflexión. Un saludo