Ahí es una esquina, a las 7:15 de la mañana. Ahí es al lado de una valla, y va haciendo frio. Ahí casi no ha amanecido, y está en cuesta. Ahí se llega después de recorrer muchos metros con una mochila con mucho peso.
El otro día acompañaba a mi hija al colegio. Me dijo que me apresurara y la pregunté por qué. Soy puntual y siempre salgo con tiempo. Prefiero esperar. Me volvió a decir que me diera prisa. Cuando llegamos la pregunté:
– ¿Para qué tanta prisa?
– Es que está mi amiga ahí, me dice.
– ¿Tan pronto? La pregunté mirando el reloj
– Sí, me contestó.
– ¿Y eso?
– Es que prefiere estar ahí que estar en su casa
La despido, y sale corriendo unos metros hacia su amiga, cabizbaja.
Me giro, enciendo un cigarro y no se me va de la cabeza tantas y tantas cosas que que hemos hecho los adultos tan mal para que existan tantos y tantos ahí.