Abracadabra

por | 27 octubre, 2009

Buenas

Una de las cosas en las que insisto a la gente con la que habitualmente trabajo, y que son unos grandísimos profesionales y con un conocimiento increíble sobre lo que hablan, es la prohibición de usar siglas o términos técnicos que no sean lo suficientemente claros en informes, presentaciones, o reuniones con personas que desempeñan otras labores que no sean técnicas. Poniendo un ejemplo, (y perdonen la simpleza) una CPU es un procesador y NIC es una tarjeta de red, en una de estas charlas que me tocan todos los días.

El motivo no es otro que el que soy de los que piensa que el valor de la información y el conocimiento no están en la posesión del mismo, si no en la capacidad de transmitirlo en algo «entendible» para cualquiera, y que prefiero que este ejercicio de «traducción» se haga siempre, para que llegado el momento no nos cueste hacernos entender. Independientemente de quien quiera que sea nuestro interlocutor. Insisto también en la utilización de términos en español sobre los ingleses. Muchas veces un cuello de botella, o una congestión en la red son igual de gráficos que sus equivalentes en anglosajón.

No obstante en este mundo de la tecnología, y por supuesto los blogs no es la tendencia. El motivo por el que un técnico o un bloguero adorna sus entradas con siglas y frases escritas en inglés no es a mi entender el de explicarse, si no el de proyectar una imagen que cubre, y esto siempre es así, sus carencias. Estas pueden ser desde el desconocimiento sobre lo que habla a la inseguridad que produce la duda sobre la certeza de lo que uno está afirmando. El revestir entradas de un blog con todos estos galimatías viene a hacer la función de la parafernalia que usaba un brujo, un alquimista o un religioso. No es nada necesaria, pero si efectiva de cada a la galería.

Como ejemplo, en plan chanza, les diré que duden ustedes de cualquier «experto» en seguridad que diga que hay que encriptar los datos. Encriptar es alojar un cadáver en una tumba, lo otro se dice cifrar.

Por eso cuando alguien que sabe leer estos signos y se niega a hablar esa lengua, o utilizar esos trucos, pero en cambio es capaz de descifrar y traducir las perogrulladas de estos charlatanes lee muchas de las cosas que lee no puede hacer más que mover la cabeza de un lado a otro y decir, o escribir, que todo eso es una patochada. Si alguien realmente tiene algo que decir, o explicar, lo mejor es hacerlo entendible. Lo demás es una engañifa, una suerte del nuevo traje del emperador destinado a que quien quiere parecerse al gurú de turno no tenga más opción que decir: «¡Cuanto sabe este tío!», cuando en realidad uno no sabe ni lo que ha leído. Sería mucho mejor decir:» ¿Qué me estas contando?, pero claro para eso uno tiene que ser humilde, y eso en esto de los blogs tampoco es que se lleve mucho.

Toda esta pelea a diario, y ya va desde 1986 cuando empecé en esto, me ha dado siempre unos buenos resultados a mí y a la gente que me ha rodeado. El valor de un profesional es para mí, resumiendo, el del conocimiento y la capacidad de comunicación.

Y en este blog es lo que se pretende, y supongo que alguno se habrá dado cuenta. Entender que «embed», «trackback», «blogroll» para una charla de a mil euros queda muy propio, pero para capacitar a la gente y acercarla a la tecnología no es el camino.

Y por supuesto saber que «Abracadabra», o su equivalente «Web 2.0», es para los cuentos, no para la vida real.

5 pensamientos en “Abracadabra

  1. ender wiggins

    aunque a veces, el mundo de las siglas y de los tecnicismos es más una cuestión de falta de empatía o de descuido, al menos en los circuitos profesionales; uno usa tanto determinados ‘palabros’ que al final los suelta como si fuese lo más nromal del mundo.

    Luego está la jerga «profesional»; «mentoring», «optimizar sinergias», «agilizar los procesos de negocio»,… que en realidad son eufemismos para justificar el coche de empresa y la secretaria 🙂

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  2. ángel

    en 1989 empecé yo, a los 14 años a machacar un ordenador personal MSX (¿alguien los recuerda?). lo único que he aprendido sobre seguro como profesional es que hay que ser humilde y sincero en esta profesión, mantener la distancia y la duda sobre todo y no ser tajante en las afirmaciones.

    pero del otro lado te encuentras a una enorme prole de «expertos» en todo que leen la revista de turno (eso en los 80 y los 90) o todos los blogs de trucos que pueden. y claro, lo adornan con una seguridad aplastante, todas las siglas y términos técnicas que pueden. y aplastan. porque para el que no es técnico esa seguridad (que en el fondo esconde desconocimiento) es mucho más «vistosa» que tu cara de «mmm… de acuerdo, estudiemos el problema y las posibles soluciones».

    en fin, que es lo que nos toca. el informático, en cualquiera de sus facetas (programador, sistemas, analistas…), es de los pocos profesionales que no tiene que competir sólo con otros iguales, sino con los que tienen al ordenador por hobby y pareja en la vida.

    ya me he desahogado… que bien 😀

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  3. Javier Villarrubia

    Totalmente de acuerdo. Lo que también sucede es que, en ocasiones, el término traducido (o aceptado como válido en nuestro idioma) muchas veces dificulta más la comprensión que lo facilita.

    Y no hablo de términos como «cederrón» (que es el nombre aceptado por la RAE para hablar de esos disquitos brillantes que todos conocemos perfectamente), ya que sólo es una anécdota y curiosidad el ver cómo se escribe, o que esta red a través de la que nos comunicamos tiene que llamarse «internet» (sin mayúscula inicial), cuando lo habitual es escribirlo como si fuera un nombre propio, es decir, «Internet» (y que, incluso, esa mayúscula al comienzo de estas aventuras cibernéticas permitía diferenciar entre la Red de redes, en sentido amplio, y el uso de las tecnologías TCP/IP y adicionales dentro de una red en una empresa, exclusivamente). Así, en lugar de «e-mail» tendríamos «correo-e» que escrito queda curioso pero dicho de viva voz queda rarísimo.

    Hablo de cosas como un catedrático de la complutense que se empeña en utilizar el «escudriñador» para «escudriñar» todo tipo de documentos en papel que le llegan (incluyendo algunos que él mismo ha obtenido por la «imprimidora»). Esto también lo hace con alguna cosa que imprime mientras usa el «visualizador» o «explorador de Internet» (vamos, el «Internet Explorer», por si no queda claro, pues es ese el único que emplea, supongo que por no poder traducir al castellano «Firefox» o «Chrome»).

    Y ni que decir cuando te llama diciendo que el «enrutador modulador-desmodulador» le debe estar dando algún problema, que, aunque no sea nada más que por economía de espacio y tiempo podría usar en inglés.

    Recuerdo cuando hace muchos años (más de los que a muchos les gustaría) debatíamos en España si en el mundo de la informática deberíamos emplear los términos derivándolos del inglés o, por similaridad lingüística, del francés. De aquella época salieron términos como «logical» (derivado del «logiciel», en francés, para hablar del software) y «octeto», para hablar de los bytes (cosa que desde entonces me viene de maravilla para recordar cuántos bits tiene un byte, porque creo que no he llegado a usarlo desde entonces). Y como algunos softwares, en su esfuerzo por adaptarse a estas traducciones, ofrecían textos en las pantallas como «x bitios libres» o «x bitios de memoria alocada» (¡qué recuerdos del DR-DOS 5.0!).

    En fin, para concluir, que me parece que lo que nunca debemos olvidar es que el idioma y el lenguaje deben estar subordinados a la comunicación y que, en todo momento, hay que utilizar el vocabulario, la gramática, las inflexiones, etc. que permitan que el interlocutor concreto con el que estemos interactuando comprenda mejor lo que queremos decir y eso dependerá del idioma, pero, también, de su nivel cultural, de su conocimiento del campo en cuestión, de su proximidad a nuestra forma de pensar, sus intereses personales y/o profesionales, etc.

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