Yo vivía al final de Madrid. Literalmente. Salía a la calle y un portal más abajo se extendía campos de trigo. Ningún edificio ni carretera. Vallekas, en el este de Madrid era el fin del mundo civilizado.
Había litronas entre 5 o 6 tipos que no juntábamos mil pelas (6 Euros). El costo había que ir a buscarlo a sitios jodidos, y nadie te lo ofrecía por la calle si no te conocía a ti o a tu hermano mayor. La gente de mi edad madrugaba y se iba a currar en un autobús donde se los asientos se rifaban, y tenias que pelear con las viejas para poder dormir unos minutos en el metro. Si un abuelo te llamaba la atención sabías que te podía caer la de dios, y bajabas la cabeza y levantabas el vuelo.
Los malos eran los 4 gambas de siempre, y siempre eran los mismos. Si los venias venir igual acababas a hostias, pero al día siguiente ya no se metían contigo. No salíamos los días de diarios para conseguir tener lo suficiente para salir el viernes y el sábado. No daba para más el tema. Quedábamos los domingos para jugar un partido de fútbol interminable, y no había copa, había un litro de cerveza bien frío que pagaba uno de los que perdía a uno de los que ganaba religiosamente. El fútbol molaba y a uno le ponían el apodo del que metía más goles, no del que ganaba más dinero y más anuncios hacía.
Los padres venían tarde porque hacían horas extras para sacar adelante a la prole de hijos. Las madres cuidaban de ellos, los llevaban al Cole, les daban enormes bocadillos de cualquier cosa y los volvían a mandar a la calle. Siempre sabían donde estábamos, y cuando alguno volvía con la cabeza abierta por la última batalla a pedradas le daban una colleja y le tiraban de la oreja. Los mayores en verano sacaban las sillas y se tiraban hablando hasta las tantas, y algunos dormían en la misma calle hasta que el sol los despertaba.
Escuchábamos rock en casettes, y cuando uno ganaba su primer sueldo se compraba unos Levis, unas John Smith y la ultima camiseta de los Maiden. Si tenía suerte y le daban paga se iba a Gandia de camping con 4 como él a desparramar con las guiris. Si no, siempre quedaban las acampadas en la sierra, donde para oxigenarse se llevaba mucho tabaco, Whisky segoviano, unas latas de La piara y mucho costo. Nada de Erasmus, ni de redes sociales, ni esas cosas. Con los colegas de siempre.
Era raro que la gente se matara con el coche, o con las motos. Las pelas no daban para esas cosas, así que tocaba tren, y autobús. No había Internet. Había campo y grillos. No había consolas, había balón. Poca discoteca, y mucho de bodega con botellines helados. Y mucha charla. Charla sobre todo. Las chicas, el curro, la vida y lo que uno sería de mayor y como serian las cosas.
Algunos viernes por la noche, en verano, miro por mi ventana y veo tantas grúas, tantos coches tuneados al límite conducidos por cerebros de 50 cm cúbicos. Tantos jóvenes metiéndose de todo y diciendo que están de fiesta cuando igual en 10 minutos se están abriendo la cabeza unos a otros por cualquier gilipollez. Niñas y niños disfrazados como el último mamarracho famoso que ha salido en la televisión 15 minutos por contar con quien folla. Tanta prisa y tanta frustración en la calle. Gente discutiendo por como pagar hipotecas, gente discutiendo porque no se puede ir de casa de sus padres. Gente discutiendo por todo
Seguramente ahora hemos avanzado de la hostia, y la gente tenga oportunidad de tener un conocimiento y el acceso a la biblioteca universal en forma de Google. Blogs y Youtube. Descargarse la música y las películas que uno quiera. Tuenti, y yo que se.
Mil cosas.
Incluso esté bien que tú leas esto. Pero yo me pregunto algunas veces si vale la pena.
¿Qué cojones hemos hecho? ¿Qué cojones?
Joder macho, parece que estaba leyendo mi adolescencia en Usera 😀
No sé que hemos hecho, pero si sé lo que han hecho otros: pervertir las prioridades. Y el resultado es que ahora hay pocos amigos.
Yo echo de menos a mis amigos de siempre, a los que perdí la pista y (ah, curioso giro de la historia) que espero encontrar gracias a Facebook, como ya he hecho con alguno 😉
Gran post.
Yo viví en un pueblecito (Fernando lo conoció este año), así que súmale a tu descripción la libertad de vivir sin maldad, sin peligros, tardes de verano robando naranjas con tus amigos, bañándonos en el río…
Ni había tuenti ni maldita falta que hacía.
Me ha gustado mucho el texto de tu post, te ha quedado con un regustillo literario que me recuerda mucho a El Jarama. Pero también te digo que la realidad no es tal y como la recordamos. Para que caigas en ello, te hago sólo un apunte, en lo único que es fácilmente contrastable: los accidentes de coche. Tú dices:
«Era raro que la gente se matara con el coche, o con las motos.» Lo cierto es que en aquella época (imagino que te refieres a los ochenta) la gente caía como moscas. Sólo hay que ver las estadísticas:
«los vehículos son ahora cuatro veces más seguros que en 1970 y se han reducido en un 50 % el número de muertes en la UE de 15 Estados miembros desde esa fecha (periodo durante el cual el volumen de tráfico se ha triplicado)»
La información la he sacado de aquí: http://www.portalciencia.net/vdc/trafico.htm
He intentado sacarlo del INE, que me merece más confianza, pero no estoy familiarizada con su sistema de búsqueda. No obstante, personas que se dedican a esto me han dicho en más de una ocasión que se tiende a creer erróneamente que antes habia menos accidentes, por aquello de «cualquier tiempo pasado fue mejor». Yo no tengo nostalgia de aquella época ni creo que fuéramos mejores (de hecho, somos los mismos). ¿Que éramos más pobres? Puede ser, pero igual de gilipollas. Porque también había mucho nostálgico franquista que hablaba bien de los cojones de Tejero y mucho niño cabrón que se dedicaba -con la aprobación de sus padres- a hacer la vida imposible a los compañeros más débiles en la escuela, el amanerado, el que llevaba gafitas, el diferente.
jodé… escribir así es síntoma de que vamos pa’ trás 🙂 como los cangrejos, en la pendiente de los casi cuarenta o cuarenta pasados 😀
pero quién te quita la razón, mijo, quién?
Nos hacemos mayores… ¿eh Madrigal?
En lo esencial tienes razón, algo estamos haciendo mal, bueno estamos haciendo muchas cosas mal, pero la primera y mas relevante, es que hemos liberado a nuestros hijos, niños y jovenes de la responsabilidad, mediante la falta de disciplina. Por el camino hemos perdido el valor del esfuerzo y del trabajo bien hecho, y nos hemos instalado en la cultura de la inmediatez, conseguir las cosas rápidamente y si es posible sin sudar la camiseta. De ahi vienen los niños disfrazados de no se quien, los cerebros de 50 cc conduciendo como locos, y la juventud metiendose de todo sin plantearse mas nada…
¿Sabes que? Yo tambien me hago mayor, jeje…
pues que nos quiten «lo bailao».
buenas (y lamentablemente inútiles) reflexiones
Nos hemos hecho egoístas y antisociales, a pesar de tanta red «social». Antes en la clase había uno o dos niños raros como mucho, pero ahora con Internet y las videoconsolas hay más gente cuya vida se limita del colegio/trabajo a casa, que para un día que se atreven a que les de el aire en un parque resulta que lo atracan cuatro criajos que ya van fumando porros como los de su edad comían caramelos hace años.
Aún estamos a tiempo de enseñarles a nuestros tres peques cómo vivíamos. Tq cuñado. Besos.
Muchos correos circulan por internet sobre las diferentes formas de divertirnos antes y ahora… lo nuestro era imaginación y entretenimiento, ahora es que te lo den todo hecho y pasar el tiempo.
Cualquier tiempo pasado fue mejor.
Un saludo Marcelino.
Saludos a todos