Este verano compartí tarde y café con alguien que hablaba de Long Beach, Maracaibo, Puerto Rico, y muchos más lugares. Y no sonaba pedante, ni snob. En realidad son sitios que él ha conocido. Por su trabajo.
Hace 20 años que se jubiló. Ahora cuida un loro que se encontró cerca de su casa, un huerto esplendido, y a su mujer. Hablamos de buques y travesías. Y de si ha vuelto a la mar. El ríe y dice que va de pesca. Mi tío es feliz. Se jubiló a los 55 años después de surcar los mares muchas veces.
Ahora me saca un ron añejo de Guatemala casi más viejo que yo. Y lo probamos. Y reímos.
Hace unos cuantos años yo fui a esa casa de visita. Estaba en la puerta de la cocina, era un crío. Oía a mi tía llorar y contarle a mi madre que la última vez que estuvo en casa mi tío, el hermano de mi madre, los niños, mis primos, la preguntaron que quien era aquel hombre que se metía en la cama a dormir con ella. Con el paso de los años mi tío se hizo mayordomo, lo que los terrestres llamamos contramaestre, y ella ya pudo acompañarle en algún viaje. Tenían camarote.
Ahora cuidan un peral. Y son felices.
Yo me acuerdo, y también lo soy yo un rato oyéndolo hablar de su loro, y pensando que al menos esta noche dormirán juntos y nadie preguntará nada.
Esta entrada es mi aportación a la iniciativa de Senovilla y Ángel Cabrera para dedicar un post en este día a la convivencia.
preciosa entrada … me gusta tu escritura…
Muy bonito.
Gracias Carmen y Eraser. Es por respirar un poco
Cuántas historias te pidrá contar. Que afortundao eres. Bonita entrada.
Cuántas historias te podrá contar. Que afortunado eres. Bonita entrada.
Son historias llenas de vidas, de formas de vivir y también de recuerdos de niñez.
Emocional y sincera.
Un abrazo muy grande Marcelino y aunque sé que no es necesario gracias por tu aporte a esta locura de Convivencia.